Sus obras surgen del deseo de reunir, de agrupar, de dar forma a esas multitudes internas que nos habitan. Trabaja por capas, como quien teje vínculos. Con papeles, con materiales textiles, objetos cotidianos, fragmentos perdidos que resuenan y encuentran su lugar en la trama.

Los materiales se anudan, se agrupan, se envuelven. Cada uno guarda una historia, una emoción, un lazo. Para Ethel, el arte del ensamblaje es una forma de construir memoria. En cada pieza hay algo de lo que se recuerda y algo de lo que se transforma.

Cree en el arte como un lenguaje sensible para acompañar, reparar y crear nuevos vínculos con lo vivido.